Se desinfla...

El caso Huracán-Cappa-Babington-Jugadores ha permitido discurrir sobre asuntos sumamente interesantes porque se mete en varios aspectos del fútbol argentino. No solo en el institucional, sino también en el deportivo y en el... ¿ético?
Si el equipo que armó Cappa hubiera jugado regular o si hubiera perdido más de lo que ganaba y terminado en los últimos puestos y si, como la lógica indicaba, hubiese sido una continuidad del equipo de Ubeda, ninguno de estos asuntos estarían siendo discutidos.
De Federico y Pastore seguirían alternando en la reserva, o se habrían ido sin pena ni gloria a Defensores o All Boys, resignados a su destinos de asalariados de bajo nivel, el venezolano se hubiera vuelto a su país sin cobrar, los prestamos se hubiesen vencido sin hacer uso de las opciones y también, como paradójicamente le pasa a Cappa hoy, el nuevo DT de turno, con Cappa renunciado, tendría que empezar el nuevo campeonato en la A o en el Nacional B, con un plantel armado a las corridas con saldos y liquidaciones. Lo mismo que Cappa, subcampeón.
Decíamos que, como una paradoja burlona, en el fracaso la realidad sería la misma que la actual, luego de haber presentado un nivel de juego por encima de la media general de los últimos años, haber obtenido un subcampeonato compitiendo hasta la última fecha, haber multiplicado por 10 el valor de la mayoría de sus jugadores y su DT y lograr instalar a Huracán en la conversación del fútbol profesional.

No hubo premio por lo hecho. Todo sigue igual. Esto solo es posible desde el desorden y el desmanejo institucional. Babington se escuda en la situación caótica del club. Esto significa que sin el desahogo de los $$ que trajo la gestión de Cappa (recaudaciones más altas, x % de De Federico, x % de Pastore) ¿dónde estaría Huracán? ¿estaría?

No tiene explicación comenzar un torneo tan caóticamente como el anterior (o peor) habiendo superado altamente las expectativas. Si así está hoy después del éxito deportivo, ¿cuál era la contingencia para el supuesto esperable fracaso?¿ la desaparición?
Babington cargaba con cierta fama como DT que parece continuarse como dirigente.

También se está discutiendo la actitud de los jugadores frente a las oportunidades económicas que se les presentan. Acá conviene ser cuidadosos en el juicio ya que si uno prescinde del contexto, corre el riesgo de ser injusto.
Araujo, Arano, Pastore, De Federico y el resto son muchachos que hace un par de temporadas se subieron al Titanic después de que había chocado con el iceberg. Los llevó a semejante decisión posiblemente la falta de mejores oportunidades y seguramente las ganas de jugar. Con un buen oficial, que también se enrolo en base a ganas, oportunidad y vocación mantuvieron el barco a flote y de hecho empezaron a navegar.

Pero el barco sigue hundiéndose. Sigue siendo el Titanic. Y el capitán sigue siendo el mismo que lo pilotea desde que empezó a entrar agua y no dá ninguna garantía para evitar el naufragio…

¿Tiene sentido quedarse cuando aparece otro crucero y les ofrece trabajo y seguridad?

¿Si el oficial se bajara, sería condenable?

Con sumo dolor debo decir que no. Que está bien que los jugadores se vayan. Nada los invita a quedarse.

¿Porque habría de perder De Federico semejante oportunidad? ¿Por qué Araujo o los demás?

¿Por qué Cappa? Es penoso pero es la realidad del fútbol.

Alguien preguntará por los pasajeros, por la gente, por los socios. Este es un Titanic democrático y ellos eligieron a los capitanes que le apuntaron al hielo. Ellos son los capitanes.
Y los capitanes, lamentablemente se hunden con su barco.