A partir de esta actitud, el mapa político de Boca se modificó y todo auguraba más problemas cuando comenzó a ventilar la delicada situación financiera: el último ejercicio terminado el 30 de junio de 2008 mostraba un pasivo de 109.775.018 pesos, cuando el balance anterior había cerrado con un déficit de $ 69.227.207.
La diferencia podía explicarse en parte con la contratación de Riquelme; lo que era inexplicable, y lo sigue siendo, es el déficit de casi 20 millones de dólares cuando en ese período Boca, bajo la administración Macri había vendido a Tevez, Gago, Banegas, Riquelme, Palermo y otros tantos jugadores. Había cobrado premios por 2 títulos mundiales y 4 Copas libertadores , entre otras. Había multiplicado por 5 el valor de su camiseta y recibía la porción más grande del dinero de AFA.
Así, de ser un ejemplo de gestión para la prensa adicta y paga, promotora solapada de las S.A. como modelo, se destapaba la situación real: En Boca faltaban casi 20 millones de dólares
¿Quién podría haberlos tomado?¿y para qué?
La respuesta para la mayoría de los socios e hinchas empezaba a ser obvia y apuntaba al autoproclamado único responsable de la historia boquense desde el 95 al 2007: El hijo de papá Franco, Mauricio.
Ameal resolvió entonces tomar distancia de lo que se podía visualizar como una inevitable causa judicial. Inmediatamente fue y contrató a Bianchi como director general de fútbol en la primera medida que lo alejó definitivamente del macrismo.
Ameal buscó un hombre futbolísticamente serio y profesional, de irreprochable conducta y sólo “soberbio” y cuestionable para los mercaderes con los que nunca transó.
Con Bianchi manejando la caja, Beraldi y Crespi, respectivamente, dejaron de tener peso en las negociaciones de las transferencias y el vocal London, de confianza de Bianchi, tomó un impensado protagonismo.
Desde su pérdida de poder Crespi empezó a construir su espacio mirando las elecciones del 2011, que sólo sería viable a partir del fracaso Ameal-Bianchi. ¿Quién lo acompañaría en la fórmula? Posiblemente Beraldi.
Mientras por los pasillos de la Bombonera circulaban versiones sobre una profunda renovación, Ameal no ocultaba su filosofía de cambio y su decisión.
Después de que Vicente, del riñón macrista, dejara su cargo de secretario general, algunos aventuraron que lo mismo ocurriría con otros "cargos gerenciales ocupados por hombres de la vieja guardia"
En otra trinchera, desde la Agrupación Súper Boca del ex tesorero macrista Salvestrini, criticaban manejo del dinero del fideicomiso creado en 2007 y amenazaban con la posibilidad de que el kirchnerismo se entrometiera en la vida política xeneize. Embarraban la cancha apelando a cualquier discurso siempre temiendo lo peor, que se destaparan sus negocios de más de una década.
Para peor (según los macristas) Ameal se empezaba a arrimar a Digón, hombre de muy buena relación con Bianchi y que también candidateado para el 2011, se dice podría integrar lista con Bianchi Jr. "Hay alguna intención de sumar ideas. Es saludable que el club se "desmacrice”. Siempre es necesaria una renovación... ¿Si el macrismo lo tomará como una traición de Ameal? No sé, no les va a gustar que yo esté, porque denuncié muchas cosas sucias" decía Digón por esos días.
Pero no sólo el fútbol empezó a diferenciar a la gestión Ameal del macrismo.
El responsable del básquetbol xeneize, Vaccaro, le apuntó a la gestión de Salvestrini por una supuesta mala administración. "En las últimas campañas se gastó 1.000.000 de dólares por año y no se vendió un cartel de publicidad", dijo Vaccaro a LA NACION el 18 de febrero del 2008.
Y Ameal se diferenciaba más aún "Realmente no me importa de qué rama política vengan, lo importante es que sumen”
Estaba claro que la decisión primera de Ameal fue dejar de barrer bajo la alfombra la mugre y el mal olor que dejaron los 12 años de gestión sin control encabezados por Macri. Blanqueó de la noche a la mañana más de 100 millones de deuda de los que Macri nunca se hizo cargo e intentó adjudicar toda la deuda al contrato de JRR firmado por Pompilio y al de Bianchi firmado por Ameal.
Las primeras medidas de Bianchi apuntaron al recorte de la recaudación de caja diaria de algunos personajes: medios de transporte, lugares de concentración, pretemporadas y manejo de juveniles empezaron a ser revisados y muchos se quedaron sin su dieta.
Así Crespi y Beraldi, aliados de Macri en los inicios, enemigos políticos en la elección del 2008, volvieron a coincidir, esta vez en el enemigo común que podía exponerlos públicamente: Bianchi.
Había que alejar al personaje, ajeno a Boca decían, de cualquier forma para evitar la constante referencia a las gestiones anteriores.
Para eso tenían la pata mediática: Niembro en Fox, pese a ser amigo personal de Ameal, Closs en La Red, auspiciado por la marca deportiva que veía peligrar la continuidad en el club de su mayor inversión, sostenido por M.Palacios con el mismo auspicio en TyC, y toda una red de programas radiales partidarios solventados por los aportes de Crespi, Beraldi, Salvestrini, Macri y otros.
La consigna: difamar y criticar a Bianchi y a todo lo que por elevación pudiera afectarlo.
Así la emprendieron con JRR, le inventaron peleas con su amigo Ischia, roces con Santella, embarraron la cancha con la probable llegada de jugadores manejados por su hijo (sólo confirmada hace unos días por la contratación de Gimenez) y cualquier otra situación real o inventada pero que ensuciara la figura del manager.
La intención era y es más que clara.
La imagen de honestidad de Bianchi contrastaba y hacía más notable la turbia imagen de negociados que se asocia a la dirigencia del período macrista. Un Bianchi salpicado por la duda disimularía la sospechosa gestión de los otros.
La diferencia podía explicarse en parte con la contratación de Riquelme; lo que era inexplicable, y lo sigue siendo, es el déficit de casi 20 millones de dólares cuando en ese período Boca, bajo la administración Macri había vendido a Tevez, Gago, Banegas, Riquelme, Palermo y otros tantos jugadores. Había cobrado premios por 2 títulos mundiales y 4 Copas libertadores , entre otras. Había multiplicado por 5 el valor de su camiseta y recibía la porción más grande del dinero de AFA.
Así, de ser un ejemplo de gestión para la prensa adicta y paga, promotora solapada de las S.A. como modelo, se destapaba la situación real: En Boca faltaban casi 20 millones de dólares
¿Quién podría haberlos tomado?¿y para qué?
La respuesta para la mayoría de los socios e hinchas empezaba a ser obvia y apuntaba al autoproclamado único responsable de la historia boquense desde el 95 al 2007: El hijo de papá Franco, Mauricio.
Ameal resolvió entonces tomar distancia de lo que se podía visualizar como una inevitable causa judicial. Inmediatamente fue y contrató a Bianchi como director general de fútbol en la primera medida que lo alejó definitivamente del macrismo.
Ameal buscó un hombre futbolísticamente serio y profesional, de irreprochable conducta y sólo “soberbio” y cuestionable para los mercaderes con los que nunca transó.
Con Bianchi manejando la caja, Beraldi y Crespi, respectivamente, dejaron de tener peso en las negociaciones de las transferencias y el vocal London, de confianza de Bianchi, tomó un impensado protagonismo.
Desde su pérdida de poder Crespi empezó a construir su espacio mirando las elecciones del 2011, que sólo sería viable a partir del fracaso Ameal-Bianchi. ¿Quién lo acompañaría en la fórmula? Posiblemente Beraldi.
Mientras por los pasillos de la Bombonera circulaban versiones sobre una profunda renovación, Ameal no ocultaba su filosofía de cambio y su decisión.
Después de que Vicente, del riñón macrista, dejara su cargo de secretario general, algunos aventuraron que lo mismo ocurriría con otros "cargos gerenciales ocupados por hombres de la vieja guardia"
En otra trinchera, desde la Agrupación Súper Boca del ex tesorero macrista Salvestrini, criticaban manejo del dinero del fideicomiso creado en 2007 y amenazaban con la posibilidad de que el kirchnerismo se entrometiera en la vida política xeneize. Embarraban la cancha apelando a cualquier discurso siempre temiendo lo peor, que se destaparan sus negocios de más de una década.
Para peor (según los macristas) Ameal se empezaba a arrimar a Digón, hombre de muy buena relación con Bianchi y que también candidateado para el 2011, se dice podría integrar lista con Bianchi Jr. "Hay alguna intención de sumar ideas. Es saludable que el club se "desmacrice”. Siempre es necesaria una renovación... ¿Si el macrismo lo tomará como una traición de Ameal? No sé, no les va a gustar que yo esté, porque denuncié muchas cosas sucias" decía Digón por esos días.
Pero no sólo el fútbol empezó a diferenciar a la gestión Ameal del macrismo.
El responsable del básquetbol xeneize, Vaccaro, le apuntó a la gestión de Salvestrini por una supuesta mala administración. "En las últimas campañas se gastó 1.000.000 de dólares por año y no se vendió un cartel de publicidad", dijo Vaccaro a LA NACION el 18 de febrero del 2008.
Y Ameal se diferenciaba más aún "Realmente no me importa de qué rama política vengan, lo importante es que sumen”
Estaba claro que la decisión primera de Ameal fue dejar de barrer bajo la alfombra la mugre y el mal olor que dejaron los 12 años de gestión sin control encabezados por Macri. Blanqueó de la noche a la mañana más de 100 millones de deuda de los que Macri nunca se hizo cargo e intentó adjudicar toda la deuda al contrato de JRR firmado por Pompilio y al de Bianchi firmado por Ameal.
Las primeras medidas de Bianchi apuntaron al recorte de la recaudación de caja diaria de algunos personajes: medios de transporte, lugares de concentración, pretemporadas y manejo de juveniles empezaron a ser revisados y muchos se quedaron sin su dieta.
Así Crespi y Beraldi, aliados de Macri en los inicios, enemigos políticos en la elección del 2008, volvieron a coincidir, esta vez en el enemigo común que podía exponerlos públicamente: Bianchi.
Había que alejar al personaje, ajeno a Boca decían, de cualquier forma para evitar la constante referencia a las gestiones anteriores.
Para eso tenían la pata mediática: Niembro en Fox, pese a ser amigo personal de Ameal, Closs en La Red, auspiciado por la marca deportiva que veía peligrar la continuidad en el club de su mayor inversión, sostenido por M.Palacios con el mismo auspicio en TyC, y toda una red de programas radiales partidarios solventados por los aportes de Crespi, Beraldi, Salvestrini, Macri y otros.
La consigna: difamar y criticar a Bianchi y a todo lo que por elevación pudiera afectarlo.
Así la emprendieron con JRR, le inventaron peleas con su amigo Ischia, roces con Santella, embarraron la cancha con la probable llegada de jugadores manejados por su hijo (sólo confirmada hace unos días por la contratación de Gimenez) y cualquier otra situación real o inventada pero que ensuciara la figura del manager.
La intención era y es más que clara.
La imagen de honestidad de Bianchi contrastaba y hacía más notable la turbia imagen de negociados que se asocia a la dirigencia del período macrista. Un Bianchi salpicado por la duda disimularía la sospechosa gestión de los otros.
(continuará)
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